Mis reflexiones sobre “El desarrollo profesional de los docentes" . Coloquio 2



El aprendizaje docente y el desarrollo profesional son dos pilares sobre los que se sustenta una educación de calidad. De ahí la importancia de una adecuada formación del profesorado que, de manera continúa, suponga una constante reconstrucción de sus conocimientos y de su aprendizaje.  En esa formación, como afirma Antonio Novo, hay mucha teoría y poca práctica. Por este motivo se hace imprescindible incluir más práctica en los planes de formación inicial del profesorado e incluso adelantar estas prácticas al primer año de carrera. En la línea de Juan Manuel Escudero , otra solución abarcaría el plantear un MIR en la educación, un programa de formación con adquisición de responsabilidades y capacidad de forma progresiva y tutelada, que se realizara en centros innovadores debidamente acreditados.
No obstante, los profesores no son los únicos actores protagonistas del sistema educativo. Hay otros agentes que influyen poderosamente: los contextos sociales, las políticas y decisiones ideológicas, etc.. Sin embargo, la cita de Barber y Moursed “La calidad de un sistema educativo no debe exceder la calidad de sus profesores pone el foco en la importancia de una adecuada formación del profesorado, ligada a unas características y competencias que todo buen docente debe poseer.
Entre esas competencias cabe señalar la capacidad de reflexión de la propia práctica docente. Resulta curioso que en los planes de formación del profesorado actuales no se ponga el acento en enseñar al futuro docente a reflexionar sobre su propia práctica docente, o por ejemplo, a tener en cuenta la diversidad. No en vano el profesor debe ser un sujeto sensible a la realidad, consciente de la diversidad y que promueva la igualdad… pero además, debe encontrar el espacio que le permita evaluar si las metodologías que está utilizando están consiguiendo resultados, si el alumnado aprende más y mejor, si está a la altura de los nuevos retos que la sociedad espera de él, etc.  
Por otro lado, ligar la renovación pedagógica a la colaboración docente y la formación en centros ha supuesto en mí un cambio en mi forma de pensar. Antes consideraba el trabajo en equipo del profesorado como forma de organización y distribución de tareas que favorecía un buen clima de trabajo que se establece en grupo. Ahora tengo una visión del trabajo en equipo como forma de compartir el aprendizaje individual y considero muy importante el aprender de la práctica tanto individualmente como  colegiadamente.
¡Qué inmensa responsabilidad la del profesor! ¡Qué reto el motivar al maestro para que siga formándose a lo largo de su vida! ¡Qué enriquecedor aprender de nuestros compañeros, trabajar en equipo… aunque eso suponga reticencias para algunos compañeros! ¡Cuánto mejoraría la educación si realmente fuera un asunto de Estado!
Finalmente, la visión de la formación del profesorado afecta al concepto de innovación educativa porque evidencia la poca repercusión que tiene si viene desde fuera del centro y se impone a un claustro. Sin embargo, cuando surge de las necesidades detectadas en un centro, el profesorado se implica y compromete. Por este motivo como implicación educativa a la hora de plantear la formación en mi centro partiré de las necesidades detectadas en el colegio con el fin de que el profesorado acoja la formación como una necesidad y no como algo impuesto desde la dirección del centro o desde la Administración.

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